Cuando empezamos a notar problemas de audición, lo más común es comenzar a buscar opciones en el mercado que nos ayuden a mejorar nuestra capacidad auditiva. Y, en esta búsqueda, uno de los temas que genera mayores dudas es la diferencia entre amplificadores de sonido y aparatos auditivos.
Por ello, a continuación le explicaremos a fondo las características de cada uno, así como las razones principales por las que debe evitar el uso de amplificadores si quiere cuidar su salud auditiva.
Un aparato auditivo es un dispositivo médico electroacústico que, para poder ser comercializados, atraviesa una serie de pruebas y regulaciones, tanto en el país en el que se fabrican como en el lugar donde se vende.
Por el contrario, los amplificadores no son equipos sanitarios ni se encuentran regulados por las autoridades, así que se pueden adquirir sin receta médica en la calle o por internet, a precios muy bajos.
Entre unos y otros, existen enormes diferencias. Aquí le dejamos algunas de las más importantes:
En primer lugar, los amplificadores de sonido no están acondicionados para el grado y tipo de pérdida auditiva específica del usuario, por lo que amplifican por igual todas las frecuencias, tanto graves como agudas, así como todos los sonidos, ya sean ruidos de la calle o palabras.
En cambio, los aparatos auditivos son adaptados por un audioprotesista para cubrir determinadas necesidades de los pacientes, basándose en distintos estudios audiométricos que permiten detectar con precisión las frecuencias de sonido en las que se presenta la pérdida auditiva.
Por lo anterior, los amplificadores pueden afectar negativamente la percepción y comprensión del habla, ya que simplemente aumentan el volumen de todos los sonidos sin discriminación. Esto puede dificultar el entendimiento de palabras y diálogos, particularmente en entornos ruidosos o con múltiples fuentes de sonido. Al contrario, los aparatos auditivos se enfocan en las frecuencias de la voz humana, para transmitirlas con mayor claridad por encima de los demás sonidos.
Por otro lado, los amplificadores no cuentan con ningún tipo de protección a la hora de incrementar el volumen del entorno. Lo cual es especialmente peligroso si uno llega a estar expuesto a ruidos fuertes, como el de maquinarias o explosiones, resultando en daños irreversibles en el oído.
En contraste, los aparatos auditivos sí cuentan con una barrera de seguridad para el sonido. De hecho, se pueden programar para que el volumen máximo no sobrepase la tolerancia auditiva específica de cada paciente.
Por último, es importante recordar que la pérdida auditiva es un padecimiento que se va modificando con el paso del tiempo. En este contexto, los aparatos auditivos están hechos para adaptarse a las necesidades cambiantes de los pacientes, logrando mejorar su capacidad auditiva a través de los años. Por su parte, los amplificadores no cuentan con estos modos de adaptación, ya que solamente ofrecen la opción de subir o bajar el volumen.
Los amplificadores son equipos poco higiénicos, ya que, al no contar con ventilación, suelen almacenar humedad. También carecen de atractivo estético y son menos discretos en comparación con los aparatos auditivos. Sin embargo, más allá de esto, pueden provocar los siguientes daños en la salud:
Los aparatos auditivos son la opción más confiable y efectiva para mejorar su capacidad de audición, mientras que los amplificadores de sonido representan un riesgo potencial para sus oídos. Con ello, podrá tomar decisiones más informadas en cuanto a su salud auditiva, así como ayudar a quienes desconozcan los riesgos de utilizar estos dispositivos que se venden sin receta médica.
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